jueves, 14 de mayo de 2009

" las horas de la feminidad"




Dado que la asignatura se llama estética e imagen, dentro de la comunicación audiovisual se me ocurre proponer un ejemplo que me parece bastante revelador.

Las “Horas” es una película que transcurre en tres momentos de la historia, yo me pararé en la parte que protagoniza Julianne Moore durante los años cincuenta.
Uno de los mayores logros de los medios de comunicación de la década de los cincuenta y sesenta de los Estados Unidos, fue crear el rol femenino de mujer cuidadora del hogar y de la familia. Su razonamiento fue: Ahora todas las mujeres quieren tener una carrera y trabajar fuera de casa, así que lo que vamos es a convertir precisamete el ser ama de casa en una carrera. Los publicistas de esos años buscaban el consumo a toda costa para enriquecerse y si las mujeres salen de casa y se les da la oportunidad de desarrollarse como seres humanos adultos, ¿cuando tendrán tiempo para consumir?.

La feminista Betty Friedan escribió en 1963 un ensayo titulado “la mística de la feminidad”. En el ya apunta la importancia de los medios en desarrollar esa imagen de mujer objeto .También desarrolla la teoría que da nombre al ensayo…
«La mujer que no tiene ningún otro objetivo, que no tiene ninguna otra ambición de futuro, de un futuro que la proyecte más allá de los pocos años en que su cuerpo puede realizar la función biológica específica, comete una suerte de suicidio […] La mística femenina ha enterrado en vida a millones de mujeres norteamericanas. Estas mujeres no tienen otra manera de salir de sus confortables campos de concentración que a través de la realización de un gran esfuerzo –aquel esfuerzo humano que va más allá de la biología, más allá de las estrechas paredes del hogar, para contribuir a la formación del futuro. Sólo con esta dedicación plena y personal al futuro, las mujeres norteamericanas pueden derribar la trampa de la ama de casa y alcanzar una verdadera plenitud como esposas y madres».

La escena de la cocina, en la que Julianne Moore mantiene un revelador diálogo con su vecina en el que refleja a la perfección esta “mística”… sus maridos habían luchado contra el fascismo e impuesto la democracia, pero el discurso nazi sobre la mujeres, las célebres tres k ( Kinder, Kirche y Kürche), es decir, niños, iglesia y cocina, seguían imponiéndose como una dictadura en la cotidianidad.

Esta teoría está claro que solo atañe a esa clase media acomodada, pero no por ello hay que quitarle importancia a una de las teorías más interesantes del feminismo.
Moore se erige como uno de esos ejemplos valientes que decidieron a tiempo dar un gro a sus vidas y escapar de esa tumba que ellas mismas habían comenzado a cavar desde el mismo “si quiero”.

Laura Brown como se llama el personaje que interpreta Moore dice: Dejé a mis dos hijos. Les abandoné. Es lo peor que puede hacer una madre. Hay momentos en que estás perdida y crees que lo mejor es suicidarte. Una vez fui a un hotel. Esa misma noche tracé un plan. Planeé dejar a mi familia cuando naciese mi segundo hijo y eso hice. Me levanté una mañana, hice el desayuno, fui ala parada del autobús y subí a el. Había dejado una nota. Conseguí un empleo en una biblioteca en Canadá. Quizá sería maravilloso decir que te arrepientes. Sería fácil, pero ¿tendría sentido? ¿Acaso puedes arrepentirte, cuando no hay alternativa? No pude soportarlo. Y ya está. Nadie va a perdonarme. Era la muerte. Yo elegí la vida.

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