Vivimos inmersos en una cultura en la que la imagen propia es un valor en alza, en la que se trata constantemente de proyectar y comunicar valores, ideales o conceptos a través de la manipulación que uno mismo (u otro) hace de su propia imagen (tendencia al alza con el éxito y expansión de las nuevas tecnologías, internet y nuevos conceptos/espacios como las redes sociales). Una cultura en la que esa imagen social, bien proyectada, puede llegar a convertirse incluso en objeto de culto y veneración. Éste último aspecto ha desembocado en uno de los fenómenos sociales más destacables de nuestra era; supone el nacimiento de un nuevo eslabón en la especie humana: LAS CELEBRITIES.
Las celebrities son personajes que adquieren cierta relevancia social y en los medios de comunicación, que se pueden dedicar al mundo del espectáculo, el deporte, o a nada en en absoluto, cuya imagen se transforma en un objeto de culto y veneración, una fuente de arte e inspiración, una máquina imparable de fabricar billetes que, en esencia, forma parte de ese valor en alza que adquiere la imagen social. Las celebrities se desparraman y espachurran unas contra otras en un conglomerado de popularidad idealizada, imágenes apretujadas en las revistas y en la red, representativas de un mundo ideal, el cual ensalzan, glorifican, o incluso ridiculizan, machacan y destruyen (o así se muestra e interpreta, motivando una recreación personal de la realidad a partir de imágenes).
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