A pesar de que muchos no somos conscientes de ello y que para otros es algo casi religioso, la gastronomía ha pasado de considerarse cultura a prepararse como arte. Forma parte de nuestra vida cotidiana y al menos 3 veces al día nos deleita con sus colores. Sin embargo, no podemos olvidar que se trata de un arte efímero, del que también se puede admirar tener “vida propia” ya que en la mayoría de los casos sufre una transformación con el tiempo. En cierto modo recuerda a los castillos de arena que artistas anónimos realizan en las playas, muy bonito, pero temporalmente coartado.
Ha sido en las últimas décadas cuando realmente se ha desarrollado la técnica en las cocinas. El sabor ya no es el único condicionante a la hora de servir el plato y, aunque en muchas cosas no seamos capaces de diferenciar que es cada cosa, finalmente nos resignamos razonando que “es arte”. ¿Realmente podemos considerarlo así? En absoluto me veo en posición de negarlo, pero sí es cierto que en ocasiones no sé si el incomprendido es el arte o soy yo. ¿Es necesario vincular todo al arte? Añoro los tiempos en que distinguía lo que me ofrecía una carta y no me daba miedo destrozar una “obra” con mi tenedor.
Tras informarme un poco he visto que no sólo hay fundaciones que tienen en cuenta este culto a la comida, como sería la Fundación Arte y Gastronomía, sino que también hay reputados cocineros artísticos, como Pepe Pintos que el año pasado llevó a cabo una exposición llamada “Simbiosis”. Otro nombre relevante en este entorno sería el del artista libanés Ginou Choueiri, famoso por realizar retratos con patatas. Como contrapunto me ha llamado la atención lo argumentado por una de las eminencias en el mundo de la cocina, Ferrán Adriá dijo que “Los gastrónomos de vanguardia somos cocineros y queremos seguir siendo cocineros, no tenemos interés en ser artistas, pero sí en dialogar con el arte”.
Independientemente de las opiniones existe una certeza, la estetización ha tomado un nuevo terreno: la gastronomía.
Independientemente de las opiniones existe una certeza, la estetización ha tomado un nuevo terreno: la gastronomía.
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