Tras ver el revuelo causado con el vestido que llevó la cantante Lady Gaga a los MTV Video Awards no puedo más que preguntarme si es que, efectivamente, vuelve lo “sublime”. El peligro de no conocer los límites es que no sabemos distinguir el momento en el que comenzamos a traspasarlos. Sinceramente, no entiendo en qué momento se decide que un vestido hecho con carne cruda pueda concebirse como algo bello estéticamente hablando.
Es cierto que, por ejemplo el cine gore, ha cosechado un enorme éxito en los últimos tiempos, como ha ocurrido con toda la saga de Saw o Hostel. Hasta hace poco tiempo entendía la moda como una fuente de belleza e inspiración, como siempre con algunas excepciones, pero creo que nunca me había costado tanto ver uno de sus productos como ahora. Lady Gaga por supuesto no entiende el problema que algunos tenemos con su atuendo, lo compara con cualquier pieza de cuero pero no se da cuenta de que ha llevado la moda habitual a un paso más.
Crear polémica y dar de qué hablar es por supuesto el fin a corto plazo más solicitado por estas obras, pero el revuelo causado en este caso ha sido apabullante. La presidenta de la organización PETA, Ingrid Newkirk, fue de las primeras en mostrarse crítica respecto al vestuario de la artista. Alegó que “No importa lo preciosa que se muestre la imagen, la carne de un animal torturado es la carne de un animal torturado”. Estas declaraciones dieron pie a la aparición de la artista en el conocido programa de Ellen DeGeneres con un bikini hecho de verduras, por el cual reivindicaba su simpatía por el mundo vegetariano.
Definitivamente es cierto que las creaciones necesitan, en la mayoría de los casos, un tiempo para que la gente se adapte a ellas. En muchos casos son consideradas “incomprendidas”, pero 23 años después de que el checo-canadiense Jana Stebak diseñara su “Flesh Dress for an Albino Anorectic” seguimos sin comprender su razón de ser. Buscarle el lado artístico suena quizás demasiado pedir para esta costura.
Sea como fuere lo banal y lo grotesco parecen instalarse en nuestros armarios.
Es cierto que, por ejemplo el cine gore, ha cosechado un enorme éxito en los últimos tiempos, como ha ocurrido con toda la saga de Saw o Hostel. Hasta hace poco tiempo entendía la moda como una fuente de belleza e inspiración, como siempre con algunas excepciones, pero creo que nunca me había costado tanto ver uno de sus productos como ahora. Lady Gaga por supuesto no entiende el problema que algunos tenemos con su atuendo, lo compara con cualquier pieza de cuero pero no se da cuenta de que ha llevado la moda habitual a un paso más.
Crear polémica y dar de qué hablar es por supuesto el fin a corto plazo más solicitado por estas obras, pero el revuelo causado en este caso ha sido apabullante. La presidenta de la organización PETA, Ingrid Newkirk, fue de las primeras en mostrarse crítica respecto al vestuario de la artista. Alegó que “No importa lo preciosa que se muestre la imagen, la carne de un animal torturado es la carne de un animal torturado”. Estas declaraciones dieron pie a la aparición de la artista en el conocido programa de Ellen DeGeneres con un bikini hecho de verduras, por el cual reivindicaba su simpatía por el mundo vegetariano.
Definitivamente es cierto que las creaciones necesitan, en la mayoría de los casos, un tiempo para que la gente se adapte a ellas. En muchos casos son consideradas “incomprendidas”, pero 23 años después de que el checo-canadiense Jana Stebak diseñara su “Flesh Dress for an Albino Anorectic” seguimos sin comprender su razón de ser. Buscarle el lado artístico suena quizás demasiado pedir para esta costura.
Sea como fuere lo banal y lo grotesco parecen instalarse en nuestros armarios.
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