Hace un par de semanas que leí una noticia tan sorprende como decadente, la conocida como “Barbie Humana” (Sarah Burge) ha comenzado a inyectarle botox a su hija de 16 años. Cómo no, la hija está encantada con la idea de evitar las arrugas y probar al fin ese famoso veneno del que todo el mundo hablaba. Dicho esto repetiré la edad de la niña: ¡16 años!
¿Tan lejos hemos llegado que no somos capaces de diferenciar entre lo estético y lo ético? La obsesión por la belleza ha llegado al extremo y da la impresión de que hemos perdido el norte en cuanto a lo que es aceptable y lo que no. Nos hemos acostumbrado a ver a niñas actuar como adultas y hasta nos ha enternecido la imagen. Sin embargo, no se ha sabido frenar definir la línea entre lo divertido y lo absurdo.
No logro comprender como tener un par de líneas en la frente y alrededor de la boca (por supuesto de expresión y no por edad) puede ser motivo de preocupación para una adolescente, hasta el punto de afirmar ser infeliz por esta razón. Su madre, Sarah, se ha sometido a más de 100 tratamientos de estética para lograr el perfecto cuerpo y cara según los cánones establecidos en la actualidad. De sobra es sabido que las modas van y vienen (el arte ha contribuido en gran medida a conocer el culto que un día hubo por la gordura), e igual que hasta ahora había estado de moda el culto a lo joven parece que las arrugas comienzan a ser motivo de orgullo. Realmente creemos saber el equivalente a belleza, pero olvidamos que es tan bella como efímera y que tarde o temprano cambia.
La Asociación Británica de Cirujanos Plásticos Estéticos junto a su presidente electo, Fazel Fatah, han aprovechado la ocasión para recordar los peligros de este paralizador muscular si no es administrado por un profesional pero no ha querido intervenir en cuanto a si es correcto o no administrarlo a tan cortas edades. Se dice que quien calla otorga y en este caso parece mostrarse pasivo ante esta excentricidad, o al menos no escandalizado.
¿Qué fue del famoso “la belleza está en el interior”?
¿Tan lejos hemos llegado que no somos capaces de diferenciar entre lo estético y lo ético? La obsesión por la belleza ha llegado al extremo y da la impresión de que hemos perdido el norte en cuanto a lo que es aceptable y lo que no. Nos hemos acostumbrado a ver a niñas actuar como adultas y hasta nos ha enternecido la imagen. Sin embargo, no se ha sabido frenar definir la línea entre lo divertido y lo absurdo.
No logro comprender como tener un par de líneas en la frente y alrededor de la boca (por supuesto de expresión y no por edad) puede ser motivo de preocupación para una adolescente, hasta el punto de afirmar ser infeliz por esta razón. Su madre, Sarah, se ha sometido a más de 100 tratamientos de estética para lograr el perfecto cuerpo y cara según los cánones establecidos en la actualidad. De sobra es sabido que las modas van y vienen (el arte ha contribuido en gran medida a conocer el culto que un día hubo por la gordura), e igual que hasta ahora había estado de moda el culto a lo joven parece que las arrugas comienzan a ser motivo de orgullo. Realmente creemos saber el equivalente a belleza, pero olvidamos que es tan bella como efímera y que tarde o temprano cambia.
La Asociación Británica de Cirujanos Plásticos Estéticos junto a su presidente electo, Fazel Fatah, han aprovechado la ocasión para recordar los peligros de este paralizador muscular si no es administrado por un profesional pero no ha querido intervenir en cuanto a si es correcto o no administrarlo a tan cortas edades. Se dice que quien calla otorga y en este caso parece mostrarse pasivo ante esta excentricidad, o al menos no escandalizado.
¿Qué fue del famoso “la belleza está en el interior”?
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