Una “María”. Ese es el calificativo que tradicionalmente se viene dando a las clases de música o dibujo en nuestros colegios. Salvo alumnos que se sientan especialmente llamados, el arte en general esta degradado desde tiempo inmemorial y viene a ocupar un segundo plano en la formación de los niños. Mientras que en el mundo clásico los griegos ponían a la música, la escultura o el deporte al mismo nivel que la filosofía o el Renacimiento se centró en la exaltación de las artes, hoy en día nuestra sociedad la relega en muchas ocasiones a un mísero segundo. ¿Qué podemos esperar de una civilización que ignora los efectos de una educación integral que no solo se centre en las ingenierías y finanzas? ¿Qué efectos puede tener esto en una sociedad que se educa en la teoría y no en la práctica ni en las artes?
El profesor Bisquert, experto en estos temas, señala que aquello que enriquece al niño en su capacidad creativa no es la obra creadora sino su proceso creador, es decir, ese suceder continuo de decisiones de toma de postura ante un diálogo abierto con aquello que se está creando. Esto es lo que le afianza en su personalidad. ¿Y no es acaso esto la base de partida de toda educación? La danza, la música, el teatro y las artes plásticas en la educación establecen una serie de condiciones importantes que ayudan a la integridad en el desarrollo del alumno, tales como la expresión y la simbología; la imaginación y la creatividad, el sentido estético, la apreciación artística, la sensibilidad, la percepción y el conocimiento. Si estos elementos integradores de la educación artística no se establecen en el campo educativo, la formación del niño no se realizará dentro de un sentido pleno y difícilmente habrá una relación armónica entre el individuo y el mundo exterior.
Enseñar a apreciar el arte debería ser una preocupación de los legisladores. Dotar a los ciudadanos de elementos críticos que les permita participar en eventos que actualmente están reservados a una minoría especializada, no se consigue espontáneamente y de la noche a la mañana sino que requiere un previo caldo de cultivo que debe conseguirse desde la perspectiva de la educación básica. En España los sucesivos planes de estudio han sido muy efectivos y en ocasiones resulta penoso observar el aburrimiento de los adolescentes tocando una flauta dulce o cubriendo el expediente haciendo sus deberes de plástica.
Enseñar a apreciar el arte debería ser una preocupación de los legisladores. Dotar a los ciudadanos de elementos críticos que les permita participar en eventos que actualmente están reservados a una minoría especializada, no se consigue espontáneamente y de la noche a la mañana sino que requiere un previo caldo de cultivo que debe conseguirse desde la perspectiva de la educación básica. En España los sucesivos planes de estudio han sido muy efectivos y en ocasiones resulta penoso observar el aburrimiento de los adolescentes tocando una flauta dulce o cubriendo el expediente haciendo sus deberes de plástica.
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